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Los Trastornos de la Conducta Alimentaria, o TCA, son uno de los cuadros que más especialización requieren de los profesionales de Salud Mental. La mayoría de los sistemas sanitarios disponen de unidades monográficas especificas para el abordaje de los pacientes con trastorno de alimentación dada su complejidad. En nuestro Centro contamos con profesionales, tanto de la psiquiatría como de la psicología, de reconocido prestigio nacional en el diagnostico y tratamiento de los trastornos de la conducta alimentaria.
Así como en otros cuadros, de diferente naturaleza o gravedad, el tratamiento puede ser exclusivamente psicoterapéutico o exclusivamente psicofarmacológico, en el caso de los trastornos de la conducta alimentaria el tratamiento será combinado e intensivo en la mayor parte de los casos.
Igualmente determinados casos van a requerir un abordaje desde el punto de vista nutricional para lo que contamos con colegas que supervisarán ese aspecto y con los que mantendremos una continua coordinación.
Recomendamos una primera consulta con el Psiquiatra responsable de la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria para una evaluación global del caso que permita realizar la planificación terapéutica más apropiada.
Para más información sobre estas patologías consulte: Anorexia y Bulimia
La anorexia nerviosa es la enfermedad más conocida entre los trastornos de la conducta alimentaria TCA y la de mayor dificultad de comprensión. Es una patología severa, potencialmente mortal, con un inicio próximo a la pubertad, y caracterizada por el ayuno, un temor irrefrenable a la ganancia de peso, que termina por disminuir de manera progresiva hasta conducir a una serie de consecuencias somáticas y psíquicas que perpetúan el cuadro. Se manifiesta de manera más frecuente en mujeres que en varones.
Quienes padecen anorexia nerviosa presentan un miedo intenso a ser obesos y un deseo persistente e intenso de perder peso. Por este motivo disminuyen o restringen selectivamente determinados alimentos hasta la malnutrición, la práctica de un ejercicio extenuante como medio para quemar calorías, la inducción del vómito o el uso de otras medidas purgativas para "librarse" de la comida ingerida, el consumo de fármacos "adelgazantes" u otras conductas que supuestamente conducen a la no asimilación, eliminación o compensación de las calorías ingeridas. La malnutrición repercute de manera significativa en la mente, causando alteraciones bioquímicas que afectan el modo de pensar, de sentir y de comportarse del paciente desnutrido. La minimización de las sensaciones corporales es otra de las consecuencias que acompañan a la malnutrición: Las sensaciones de hambre, de frío, de debilidad y cansancio se eliminan de la mente: "no siento hambre, no necesito comer, así es como estoy bien…".
Muchas personas con anorexia nerviosa se ven a sí mismas como excedidas en peso, incluso cuando están delgadas o en estado de grave desnutrición. El comer, la comida y el control del peso se vuelven una obsesión. Las personas con anorexia nerviosa generalmente se pesan varias veces al día, se pellizcan con frecuencia para confirmar el exceso de grasa, por lo general evitan los espejos o el comprarse ropa, racionan la comida cuidadosamente y sólo comen pequeñísimas cantidades de ciertas comidas, que pueden llegar a manipular de una manera extraña, desmenuzando, removiendo o escondiendo los alimentos.
Es muy posible que en el inicio de la anorexia nerviosa los pacientes se sientan eufóricos confirmando que sus dificultades se solucionan mediante el control de la alimentación. Con la euforia aparece una sensación de control, puede que por primera vez en su vida. Sienten que son capaces de controlar algo, aunque sea tan básico como lo que come. Cuanto más peso pierden más poderosos se sienten, más fuertes. Ante el sentimiento de no ser lo suficientemente buenos aspiran a ser los mejores. Se crea así un ideal rígido y desproporcionado, inalcanzable. Aparece entonces el miedo a perder lo conseguido, endureciendo las reglas que se imponen como medio de asegurar lo conquistado. A medida que el estado nutricional empeora la persona con anorexia nerviosas se muestra más irritable y apática, testaruda y negativa. Finalmente la depresión hace su aparición, reemplazando la previa sensación de euforia. El temor a perder el control que con tanto esfuerzo ha conseguido es terrible; se teme que su pérdida irá acompañada de todo tipo de excesos y la vida perderá su sentido, sólo habrá desamparo y vacío.
Algunas personas con anorexia nerviosa se recuperan con tratamiento después del primer episodio. Otras mejoran, pero tienen recaídas. Otras padecen una anorexia nerviosa más prolongada, en la que su salud y el funcionamiento académico, laboral o social se ven comprometidos mientras luchan contra la enfermedad.
Es una enfermedad seria. A largo plazo, las personas con anorexia nerviosa tienen una probabilidad de morir a una edad más temprana mayor que las personas de edad similar en la población general.
La bulimia nerviosa es un tipo de trastorno de la alimentación TCA que se caracteriza por episodios frecuentes y recurrentes de ingesta de cantidades extremadamente grandes de comida, acompañados de una sensación de falta de control sobre uno mismo. Con mucha frecuencia el atracón es seguido de una necesidad imperiosa de purgarse (usualmente a escondidas), ya sea por la culpa que genera, el temor a ganar peso, las sensaciones de malestar abdominal, etc. Las conductas de purga y compensación de la ingesta son diversas: vómitos, uso de laxantes o diuréticos, empleo inadecuado de fármacos, ejercicio extenuante o nuevos períodos de ayuno.
A diferencia de la anorexia nerviosa, las personas con bulimia nerviosa generalmente mantienen lo que se considera un peso saludable, mientras que algunas tienen un poco de sobrepeso o muestran cambios frecuentes de peso en breves períodos de tiempo. Al igual que las que padecen anorexia nerviosa, estas personas tienen miedo de engordar, quieren desesperadamente perder peso y se sienten muy insatisfechas con la forma y el tamaño de su cuerpo. Por lo general, el comportamiento bulímico es ocultado, dado que va acompañado de un sentimiento de vergüenza. El ciclo de atracón y purga puede darse varias veces a la semana e incluso varias veces al día.
Una vez que el impulso de comer aparece la posibilidad de control es mínima (sin un tratamiento adecuado o un esfuerzo notable) sea la hora que sea, se esté en el lugar en que se esté. El ayuno predispone a un atracón que puede aparecer en minutos u horas. Al día siguiente la persona con bulimia nerviosa encontrará dificultades para levantarse, pudiendo iniciar un absentismo escolar o laboral progresivo. El caos horario se puede extender a todas las actividades de la vida, hasta que el día se trasforma en una sucesión de atracones y de vómitos.
Como en la anorexia nerviosa, la persona que padece bulimia nerviosa presentará miedo a engordar, a perder el control sobre la ingesta, depositará su autovalía en la imagen corporal o en su capacidad para ayunar y se mostrará irritable o triste cuando no lo consigue.
El trastorno por atracón es un tipo de trastorno de la alimentación TCA en el que la persona pierde el control sobre su alimentación. A diferencia de la bulimia nerviosa, a los episodios de atracones no les siguen con frecuencia comportamientos como purgas, exceso de ejercicio o ayuno. Por esta razón, las personas con trastorno por atracón a menudo tienen sobrepeso o son obesas. Las personas con trastorno por atracón que son obesas tienen un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares o presión arterial elevada. También experimentan un sentimiento de culpa, vergüenza y/o angustia por sus comportamientos, lo que suele llevar a más atracones.
Las opciones para tratar el trastorno por atracón son similares a aquellas utilizadas para tratar la bulimia nerviosa. La psicoterapia, en especial la terapia cognitiva-conductual adaptada al individuo, ha demostrado ser efectiva. Nuevamente, este tipo de terapia puede ofrecerse de manera individual o grupal. Por otro lado, la fluoxetina y otros antidepresivos pueden reducir los episodios de atracones y ayudar a aliviar la depresión en algunos pacientes.
Los trastornos de la alimentación generalmente aparecen durante la adolescencia o adultez temprana. Afectan tanto a hombres como a mujeres, aunque son mayoritarios en este último género.
Al igual que las mujeres que padecen trastornos de la alimentación, los hombres pueden tener una imagen corporal distorsionada. Para algunos, los síntomas son similares a los observados en las mujeres. En otros, el inicio puede estar marcado por una dismorfia muscular, un tipo de trastorno que se caracteriza por una preocupación extrema por aumentar la masa muscular. A diferencia de las mujeres con trastornos de la alimentación, que en la mayoría de los casos lo único que quieren es perder peso, algunos de los hombres con dismorfia muscular se ven más pequeños de lo que en realidad son y quieren engordar o desarrollar más masa muscular. Los niños y los hombres corren un riesgo mayor de usar esteroides u otros fármacos peligrosos con el objetivo de aumentar su musculatura.
Se desconoce cuántos adultos y jóvenes padecen otros trastornos de la alimentaciones serios y significativos, como los trastornos de la alimentación no especificados. Estos trastornos incluyen los trastornos de la alimentación que no cumplen los criterios para los cuadros descritos anteriormente: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa o trastorno por atracón.
Recomendamos la lectura de un pequeño libro en el que algunos de nosotros participamos, publicado por la Consejería de Políticas Sociales y familia de la Comunidad de Madrid:
www.madrid.org/bvirtual/BVCM007184.pdf